
Permítame invadir por un instante
el recinto delicado de su ser mujer,
con el son de la conquista delirante
y los brazos extendidos en señal de fe.
No he tenido la premura de escribirle antes
porque el arte y su sonrisa me dejaron ver
desde siempre el elemento de su voz radiante
que ahora es tiempo de volcar en el papel.
Una carta mensajera de mi amor fragante
redactada en una audiencia frente al Juez,
con el alma emocionada, la mirada brillante
y el espíritu animado del cariño más fiel.
Yo te llamo, Mariposa, aventurera y elegante,
con el sol de la esperanza iluminando mi pared,
dirigiendo misterioso para cuando te levantes
siete besos amistosos entre el vértigo y la piel.
1 comentario:
Ohhh... me gustó el final: "dirigiendo misterioso para cuando te levantes siete besos amistosos entre el vértigo y la piel".
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