
El positivo encanto lúgubre de su mirada,
la manifiesta fortaleza radical que le presidió
en esos días felices y blancos que jamás olvidaré,
vuelven hoy a mí.
Caminan infames por toda la casa
mil docenas de razones perentorias,
con cien hijos apretando sus pezones
y el hedor característico de la basca marchita:
la sombra que se cimbra, nos remece y me grita
inundándolo todo desde el baño.
Acaso todo sea nada más que niebla
o un horrendo sueño de oceanía inevitable,
una demente cobertura de agua fría e indiferente
que viste a las personas desde siempre
para poner a prueba todos los días
la resistencia natural de los seres frágiles y tibios.
¡Humedad, solamente humedad!
Fija y categórica humedad desesperante,
chubasco atrabiliario y doloroso
que deja la piel preparada para la carroña
para la putrefacción y la furia,
pero también para la floresta
y la grata primavera que viene,
como hacen frecuentemente los péndulos vacíos
y las ostras que acallan sus perlas desde las profundidades.
Mañana partiré seguramente otra vez
hacia la fuente perpetua y provechosa
de las anchas desembocaduras abiertas,
con mi fulgor a cuestas y mis ganas,
llevando en las manos cual bujía lunar
el misterioso romance de cariño y palabras
que me habita el corazón eternamente.
la manifiesta fortaleza radical que le presidió
en esos días felices y blancos que jamás olvidaré,
vuelven hoy a mí.
Caminan infames por toda la casa
mil docenas de razones perentorias,
con cien hijos apretando sus pezones
y el hedor característico de la basca marchita:
la sombra que se cimbra, nos remece y me grita
inundándolo todo desde el baño.
Acaso todo sea nada más que niebla
o un horrendo sueño de oceanía inevitable,
una demente cobertura de agua fría e indiferente
que viste a las personas desde siempre
para poner a prueba todos los días
la resistencia natural de los seres frágiles y tibios.
¡Humedad, solamente humedad!
Fija y categórica humedad desesperante,
chubasco atrabiliario y doloroso
que deja la piel preparada para la carroña
para la putrefacción y la furia,
pero también para la floresta
y la grata primavera que viene,
como hacen frecuentemente los péndulos vacíos
y las ostras que acallan sus perlas desde las profundidades.
Mañana partiré seguramente otra vez
hacia la fuente perpetua y provechosa
de las anchas desembocaduras abiertas,
con mi fulgor a cuestas y mis ganas,
llevando en las manos cual bujía lunar
el misterioso romance de cariño y palabras
que me habita el corazón eternamente.
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