
Quietas en el cielo del ocaso llamando
las gaviotas amarillas, buscan naranja.
Y en la tierra sigo yo, desértico costero,
que voy saliendo por fin de este paraje.
Voy a penetrar en el rotundo y oculto,
en el bosque más deseoso, rubio y dios:
un palomar y una gratuita vida relevancia,
que me seduzca para todos los días.
Es lamentable que haya sido sólo ahora,
pero algún día me tenía que ocurrir.
Una demora me saco de lo gracioso
y rencoroso, muy quejoso, cantando solo.
El día del ornitorrinco ha llegado por sus fueros,
infatigable en su decoración de la dicha que grita,
que es mi volcán interminable, claraboya y pindinga.
¡Siente la música, siente la música, siente la música!
3 comentarios:
"que es mi volcán interminable, claraboya y pindinga."
La realidad siempre nos obliga a arremeter contra todo y contra todos....
Saludos!
La inercia de los días vuelve cada vez, aunque no la llames. Lo difícil está en hacer de lo cotidiano lo extraordinario mmmm...que difícil.
Yo creo que hay que sentir la música. "Todos los hombres buscan finalmente librarse de la muerte. No saben librarse de la vida". (Lao Tse) (creo)
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