25 de diciembre de 2008

CDLXIV.- Abstinencia Cordillera




Cuando inmensamente en ella era mi mente,
pretendíamos desnudos una muerte senil,
como en águilas de etcéteras infibios volando
yo también era un coleóptero feliz.

Y no quiero que lo tomen a mal:
la necesito, la recuerdo y cuando viene,
donde hay trenes, caminamos hacia atrás,
me hace falta su presencia en los andenes.

Me hace falta la mujer acorralada
de claveles en el patio interior,
cual anímica marítima rodeada,
me hace falta su tabaco en la prisión.

Fue hace mucho, mucho tiempo y me hace falta,
su amarilla elucubrina, serpentícula cantanta,
sin almohadas, ni collares, ni teléfonos ni manta,
toda mínima, perpetua leve círcula y compacta.

2 comentarios:

DEN dijo...

No hace falta que te haga falta.

Cuculí Pop dijo...

Pero es necesario que me haga falta para darme cuenta que no hace falta.

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