
¡Mariana, ven! Acércate.
Ven, que la noche se ha portado bien.
Ven que en el cielo
ya no caben más estrellas.
Mariana, ven, confía en mí,
siéntate a mi lado y cuéntame,
dime si la muerte es un lugar
o sólo bruma en desconsuelo.
Yo no le tengo miedo al cielo.
Yo no le tengo miedo al mar.
Yo no le tengo miedo a nada,
ni a la vida ni a la muerte.
Yo no le tengo miedo a nada.
Sólo quiero descansar
y vivir en libertad,
y vivir, amor, en libertad...
¡Mariana en libertad!
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