
Yo persisto como todo lo que siempre va
desde el origen inefable del tiempo,
constriñendo su disímil que perdura
y matando cada pulga con la misma terquedad.
Porque insisto, me desnudo libremente,
cuasimodo, nieto puro y sin ambages,
en mitad de la plazuela Ecuador
y en el foro más intúmetro y candil.
No me van a ver perdido, duro ni ente,
desprovisto de esa mística tendencia
que figura en los anales más extrañamente ocultos
donde nadie ha vuelto nunca a ser igual.
Y sigamos dando vida inútilmente,
procreando frases raras más allá de cada coma,
porque todo se ha cubierto de la misma cosa sola
que rebusca en cada casa lo que es pan felicidad.
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