
Su aliento lóbrego y mentir felicidad
me va alegrando lentamente en solitario,
con aguardiente y fino almizcle de endulzar:
yo tomo varios.
Hay algo raro que es herida en mí:
la nata amarga que arrastré junto a la playa,
su etil amigo que simula una estulticia
y sólo calla.
La cruz borracha se asemeja tanto al óptimo,
a la señal completa y clara de la dicha,
y en algo cierto se parece al barco mar
desde la orilla.
Parimasdé ciento noventa fuegos que
lloré, y sentí su nudo ciego en la garganta:
ya tienen música, pandero y bailaré,
si nadie canta.
2 comentarios:
Pasaba a conocer tu espacio. Te abrazo.
MentesSueltas
Me parece.-
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