27 de abril de 2006

XXXII.- Basca


Verdugos miserables que no aman a nadie,
ocultos bajo espesos nubarrones de cal,
ya nunca dejarán de arrepentirse por algo:
ella siempre lo tuvo y no lo quiso olvidar.

Y lloraba al difunto Macabeo hecho hueso,
y su cariño sin carácter, mentiroso que se va.
Su muerte festeja y conmemora en el aire
vacío y pestilente de la noche al vomitar.

Romanticorrupción sin estival que ha huido
de todos los plebeyos que la amaron una vez,
del útero que oculta su reflejo y la manía
de soñar con no parir ni molestarse en ver a Dios

Desnudo y de nuevo, tan infiel y tan caliente,
sin ángel ni guadaña que presienta su gong
oscuro, y no lo ha visto enarbolando la muerte
de su necia bandera penitente, ya me voy.

Y hay espejos que me miran por toda la casa,
y un extraño perfume de maldito desamor,
dos clavos de miedo que castran mi mente
y los amargos alimentos que digiero sólo yo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

a cada amor su momento
confiad

Anónimo dijo...

Resultado del análisis: 1% de impureza

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