3 de mayo de 2006

XXXIII.- Bastar Dios


Hay vulgaridad allá afuera:
obscenas vulgaridades.

Vulgar lo que la gente hace,
los que gritan, los que corren
todas las tardes, van detrás

de vulgares bastardos ladrones.

Aquellos que todos los días
escriben su rara manera
de decir el santo nombre
que les dieron en la pila.

Allí donde la gente pone
nombres a sus hijos,
para que sigan haciendo todos

sus obscenas vulgaridades.

Acaso pareció que estoy triste?
Pero no. Sólo lloraba.
Eran sólo palabrotas
que suelo decir a veces,

pero nunca he estado triste.

Grita mi corazón palabras de alegría!

Las disfrazo de gruesas
sílabas de carne
vulgar y de vulgares
pelos, pero voy
como nunca estoy alegre
y soy como así siempre

eternamente vivo.

Es que no se nota?


Si ahora pareció

que acaso andaba triste,
les ruego me perdonen.
No quise importunarlos.

Ya me voy

con mis palabrotas,
con mi llanto de felicidad,
con mi libro y con mis notas.

Con mi vulgaridad.

Soy un d
ios.

Soy eterno.

Soy fugaz.

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