Que toda aquella huella,
rabia acumulada,
malparida, contenida
aquí en el alma,
así -preñada, no la logro contener-
se vuelva grillo,
se escuche trino,
se me derrita en el espasmo del ser
o la evapore una crisálida calma.
Me lo imagino, me lo imagino.
Y el recuerdo malo,
fabuloso:
que toda la tristeza
sea tibieza,
que sea silencio, su abandono doloroso,
y lo cansado, brioso, lo mezquino
no me acometa
cada noche otra vez,
cuando me arrulla peregrino en esta pieza.
Me lo imagino. Me lo imagino.
Que se acobarde el miserable tambor,
porque su lúgubre farol
no me atraviese,
y la alegría empiece, el oro que arde
que se replete aquí por fin en mi elegante
primavera molo cofre del sol,
o en español recite
cuanto imite su tabor fugitivo:
¡Soy el mejor! -se diga, como el vino.
Me lo imagino. Me lo imagino.
18 de junio de 2024
MCCLXXI.- Furiosa Mayor
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