25 de junio de 2024

MCCLXXIII.- ¡Qué envidia la suya!




Vuelvo siempre al Puerto que me ha visto renacer:
sus lágrimas aladas hoy me llevan en volandas,
invicto me incorporo frente al molo que le abriga
y fiel munificente arrojo fuego a la molicie.

La piel se me ha hecho terca y dos afluentes de agua nieve
recobran el terreno que perdieron siendo niño.
La cumbre de mi escuálida certeza es casco eriazo
y juro ante la tumba de mi padre que volví.

¡Volví, viejo, de nuevo a ser yo mago y tú maestro!
El músico tabor de mi sonrisa llena el mundo,
la lóbrega emulsión de la codicia no me habita
y entonces soy el recio navegante en su tartana.

¿Por qué Valparaíso es al destino mi vasallo,
el vértigo magneto que me abraza como el viento,
si hay plazas y veletas en la extensa faja larga
más bellas y valiosas, más amables que pulir?

Yo vuelvo siempre bueno al espigón por no morirme:
la mar que le hace daño es mi naufragio hacia la noche,
y erguido aplaudo en calma el alma, clérigo y vestigio
de todo lo que he dado hasta llegar a ser yo mismo.

MCCLXXII.- Molestética


La música, la pintura, la escultura,
el cine y el arte en general,
son oficio de seres atormentados,
que pueden hacer y hacerse daño,
en permanente búsqueda:
huyendo y pariendo,
brotando tristemente
y en júbilo pudriéndose.

Cuando detrás de una obra
se halla a un creador inofensivo
y sin dolores que expiar,
entonces no hay arte allí,
sino sólo diseño de vestuario,
casas prefabricadas
y adhesivos para neveras.

Finalmente, bajo cada acción humana
palpita el estiércol escondido
de pasiones generosas
y miedos inconfesables,
que luego hierven y son sublimados,
merced al abono y al fermento
inexorable de la vida.

¡La vida!

Negar la creación
por la miseria del creador
conduce, indefectiblemente,
al nihilismo de la ignorancia
y a la patencia de la nada.

El fruto de las mujeres
y los hombres perfectos
no existe, porque no existen
hombres ni mujeres perfectas.

18 de junio de 2024

MCCLXXI.- Furiosa Mayor



Que toda aquella huella,
rabia acumulada,
malparida, contenida
aquí en el alma,
así -preñada, no la logro contener-
se vuelva grillo,
se escuche trino,
se me derrita en el espasmo del ser
o la evapore una crisálida calma.

Me lo imagino, me lo imagino.

Y el recuerdo malo,
fabuloso:
que toda la tristeza
sea tibieza,
que sea silencio, su abandono doloroso,
y lo cansado, brioso, lo mezquino
no me acometa
cada noche otra vez,
cuando me arrulla peregrino en esta pieza.

Me lo imagino. Me lo imagino.

Que se acobarde el miserable tambor,
porque su lúgubre farol
no me atraviese,
y la alegría empiece, el oro que arde
que se replete aquí por fin en mi elegante
primavera molo cofre del sol,
o en español recite
cuanto imite su tabor fugitivo:
¡Soy el mejor! -se diga, como el vino.

Me lo imagino. Me lo imagino.

5 de junio de 2024

MCCLXX.- El sueño cambiado


Cien ruidos, lo mismo.
El folio que entró.
Un bicho en el vidrio.
Diez puchos. No hay Dios.

Es solo una sombra
de albur pasajero:
metáfora manca
del ser que se va.

Y todos los viernes
me cambia la vida,
los días de fiesta
no son lo que fui.

Un largo descanso,
tres noches seguidas,
el lunes se duerme:
que vuelva otra vez.

Sargento primero,
brigada de robos,
la prueba de campo
la pauta y el sol.

Se me ha hecho tan corto
el pasar de los años,
que un día despierto
y al otro, no estoy.

3 de junio de 2024

MCCLXIX.- Gen Tenferma


 

Enseres defectuosas,
que no alcanzan a ser humanas,
mayúsculas dolorosos,
aceitunas sin sabor:
he aquí mi naufragio rencorosa,
colocada en el entraña
de una vida genético mustia.

Berenjenas tardías,
sin alma materia ni contorno,
del eterno cloroformo de la misma,
de la que nunca saluda,
de la que no se despedía,
millonaria, bolchevique, la condesa
proletaria y marmaduque, por un día.

Son la nada que nada
en la alberca vacía,
los rubios teñidos de moco,
la piara congénita reunida
detrás del cobertizo maldiciendo
rumiando y fingiendo de la mía,
donde yo me margino, y me fui.

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