De pronto fue la cara de mis hijas
y ya no recordaba lo que fui,
princesa, comediante, bailarina.
Un día simplemente me perdí.
No pude recordar si mi destino
fue escrito por mi padre o lo sufrí,
detrás del escenario tan cansino:
yo siempre le decía que sí.
No pude imaginar que fui la gloria,
la flor de la pantalla y femme fatal,
que todo lo he perdido en la memoria
y ya no importa nada, me da igual.
Algunos veteranos de la guerra
seguro me recuerdan por la foto en Life,
mi guante y la dorada cabellera
e incluso me decían la Dama de Shangai.
Y aquí soy prisionera del olvido,
la cárcel donde un día fui feliz,
las líneas del guión han desaparecido
y creo que tampoco fui una actriz.
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