Yo he de sentir así aterido de pronto
la remilgada aparición del alma,
un arcoiris que era blanco y era negro
y que siempre exactamente así, fue igual.
La cruda vida convertida en eso,
la indiferencia sólo cambia de nombre,
y no era nadie porque nunca nada,
porque no fui nunca suyo, porque no era tal.
Eso de ser el guaripola vacío,
el ignorado impertinente rodeado
de una montaña de nocturnas jibias
que han esperando la llegada del amor.
Amoratado amurallado muriendo,
alimentándose de amargos canijos,
crucé la calle y se marcharon mis hijos.
Me desespera el insensato dolor.
4 de septiembre de 2021
MCXV.- En suma
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