La luna caprichosa se detiene
temblando ante todos nosotros,
y Dios se queda pillo, con el taco
divertido en la mano, mirando..
De reojo, por si logra ver la luz
detrás de las miradas y las nubes,
pone digno y orgulloso el viejo diablo,
en el paño silencioso de la noche.
Deja sobrio sobre el borde la tiza,
ahora apunta guiñando a las estrellas,
carambolas de planetas en la brisa
y termina el padre sol en la buchaca.
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