Repito
insensato
la esteparia
letanía
de humores
y vértigo.
Revivo en
el dolor.
Que nadie
descubra
este sordo
veneno,
debajo de
la nata,
ni sepa
quién soy.
Yo fui. Lo
reconozco.
No quiero
mentir.
No quiero
ser siempre
el tramposo
encubierto.
No dar de
mi vida
esa rara
impresión
de tonta
piltrafa
o desnudo
sin fe.
Oh, bella
crueldad
que sacude las almas
y abre los nudos de la desesperación.
Perfecta
inocencia
dormida
entre las sombras,
y vive dentro de mí.
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