17 de agosto de 2012
DCCXV.- Almendras sin dolor
Dedico y reivindico mi pasión para los grandes
amores sin retorno que no dejan de nacer.
Son prímulas que aguardan debajo de la nieve.
Son ángeles atados hasta el amanecer.
Y al alma las mejores almendras sin dolor,
que vuelan y florecen, soñando tan bonitas,
que luego resplandecen atando margaritas
debajo de los ojos y a nuestro alrededor.
Un día vino a verme la magia de las nubes,
colgada de una piedra pulida de rubí:
y quise retenerla sumándola a mi causa
e hicimos una pausa de vértigo y fulgor.
Yo vivo plenamente desnudo como el sol,
Soy alma noctiluca de colores por el mar.
Y aquí la llevo dentro prendida en mi rubor,
queriendo que la dicha no acabe jamás.
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