
Te prometo, por mi vida, prodigarte pronto
la promesa prometida del eterno compro mil.
Me juré solemnemente no dejar de amarte nunca,
y no te amé siquiera un solo instante.
No he querido defraudarte, amiga:
no he sabido dedicarte a mí.
Prometí 18 veces caminar detrás de ti,
y no he dado ni siquiera un paso.
La primera vez no fue mi culpa.
La segunda amargamente me caí.
La tercera fue la mala suerte.
Desde entonces, casi siempre te mentí.
Soy el índigo animal, el prometido,
el esposo que no sabe salvo sólo jurar.
Yo quería ser gigante, divertido,
el mejor amante, y ser feliz.
Pero nada, Amor, estoy arrepentido.
Yo te juro que no volveré a jurar.
Como todo en esta vida se ha perdido.
Yo quería simplemente mantener la conexión.
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