
Callada compañera, la Matilda,
tu amiga caminando va,
marcando cada paso en esa misma
vereda iluminada por un haz.
¡Un año perdido! Llorando por amor.
Huir despavorido. Dejándome llevar.
¡Qué absurdo descuido! No hay nada peor.
Estoy arrepentido: todo lo hice mal.
Cambié mi soledad por la desolación.
La vida me engañó. Creí que era verdad.
No basta con rezar: si acaso existe Dios.
Salí del cascarón. ¡Te juro, nunca más!
Su amarga sombra me cubrió los ojos.
¿Habrá otro ciego que conozca la ciudad?
Aquel dormido, abandonado, pordiosero cojo
que me guíe en la profunda oscuridad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario