14 de enero de 2010

DCXXXVII.- Lamá Sabactaní


Vendríamos por fin todos aquellos
que existan y persistan o confíen:
ayer será mi impávida la noche,
hablándonos amigos de los sueños.

Mañana se hizo demasiado tarde
y fueron escondiendo sin derecho
mis manos, abrigándonos el pecho
y el alma peregrina los cobardes.

Yo sigo yendo casi como siempre,
buscando su mirada en el Salón:
mi vida despedida entre la gente,
y un día descubrí que sólo yo.

Que ya no somos más que casi nada.
¡Hermanos, he venido por amor!
La mano que me trajo está callada,
y todo, al consumarse, comenzó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios, no te ha desamparado, solo te pone a prueba, para saber que tan fuerte eres.

Nos gusta Cuculí Pop