
Escribe un personaje de la pobre oscuridad,
que inelegante,
etermitente,
peor amando que dejándose querer;
fue abandonado a la pletórica pasión,
tan generoso.
Obra suponiendo que no hay nada que perder:
prefiere nubes
y cormoranes,
o todo un gran inmenso mundo de presencias semejantes,
soledades,
que halló la hermosa y viva dádiva que un día recibió
y le consoló:
que fue con ella lo que nunca pudo ser jamás,
y se marchó.
Y ahora que vengo yo leyendo su bitácora de gran dolor,
tuve el valor
y la entereza de acercarme a él
para saber,
sin mucha fe,
pero conciente de las sombras que le habitan el alma
o las prisiones
que no perdonan ni lo dejan escapar,
si esa paloma,
la más plebeya de las rígidas princesas,
el oro escombro que se encuentra repartido
en los arroyos y placeres del edén;
qué fue de aquella humilde lámpara de púrpura frecuente,
indiferente,
tan repentina que llegó y partió,
pero dejó su intensa, dulce y diametral felicidad constante.
Yo fui su amante.
que inelegante,
etermitente,
peor amando que dejándose querer;
fue abandonado a la pletórica pasión,
tan generoso.
Obra suponiendo que no hay nada que perder:
prefiere nubes
y cormoranes,
o todo un gran inmenso mundo de presencias semejantes,
soledades,
que halló la hermosa y viva dádiva que un día recibió
y le consoló:
que fue con ella lo que nunca pudo ser jamás,
y se marchó.
Y ahora que vengo yo leyendo su bitácora de gran dolor,
tuve el valor
y la entereza de acercarme a él
para saber,
sin mucha fe,
pero conciente de las sombras que le habitan el alma
o las prisiones
que no perdonan ni lo dejan escapar,
si esa paloma,
la más plebeya de las rígidas princesas,
el oro escombro que se encuentra repartido
en los arroyos y placeres del edén;
qué fue de aquella humilde lámpara de púrpura frecuente,
indiferente,
tan repentina que llegó y partió,
pero dejó su intensa, dulce y diametral felicidad constante.
Yo fui su amante.
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