
El inmenso intestino metrópoli yo,
en el pueblo asesino y minero de mí
se ha instalado en un ámbito negro,
entre diente, saliva, picota y candil.
Habituado a su químico zángano
de polluelos y ciegos y gente comer,
castigándome, cuídome y sangro
en mi modo de ser y placer.
Su herrumbre perpetua me quema,
de pesada a posada y cansado roer:
va marcando en mi boca su emblema
de tiempo, convento y lamento de ayer,
que socava su nido y mi vida de pena
en la boca que canta dormida, mujer.
en el pueblo asesino y minero de mí
se ha instalado en un ámbito negro,
entre diente, saliva, picota y candil.
Habituado a su químico zángano
de polluelos y ciegos y gente comer,
castigándome, cuídome y sangro
en mi modo de ser y placer.
Su herrumbre perpetua me quema,
de pesada a posada y cansado roer:
va marcando en mi boca su emblema
de tiempo, convento y lamento de ayer,
que socava su nido y mi vida de pena
en la boca que canta dormida, mujer.
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