
La dúlcina velera me ilumina nuevamente
pues quería abrir mi sueño de pileta y trinar,
su flor de alma jugosa, acariciándome llovía
la vendimia poderosa de saludo y tambor.
Por abrir la cama cápsula al dormir con ella,
hendido el aro mágico en sudor y su piel,
su festín de cada día era el reverso nebuloso
y convexo que iba amando mi sexo violín.
Orfebre y dama tibia en alcalina costumbre
que busca, viene y va su urbanidad pasajera,
mi lástima ligera al abanico de la noche
y cosas que la tarde tiende siempre a olvidar.
1 comentario:
La noche sueña, la mañana recuerda y la tarde olvida...
... para de nuevo soñar.
Saludos.
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