3 de mayo de 2007

CLIII.- Toro Cruz



Toro dura que no grita casi nunca
ni en la vida su pesar lloró jamás.
Se aglomera en la prisión sin anestesia,
que la tomó desprevenida y cayó.

Yo fui de ti como serpiente y cobardía,
el trance herido en que me sobrecogí:
fui un estandarte invulnerable, inmaculado,
hasta allá lejos donde tu resurrección.

Recuerda bien aquella luz que nos juramos,
su amor ignoto desde el viento al huracán,
que me he escapado del comercio humano:
no desesperes porque un día volveré.

Y pasaré la noche fría entumecido,
y esperaré dormido al pie de tu jergón,
y caeré contigo al fondo del abismo,
velando al fin tu muerte mía ante la Cruz.

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