16 de enero de 2007

CVI.- Arrecifelicidad Perfume



Inconmensurable luz humana del desconcierto,
¿dónde puedo hallarte libremente frente a mí?

Siendo niño quise abrir un aula nueva
donde leche dulce y fuego aproximaba,
su matinal de regocijo y multitud,
un viento al corazón preciso
de inestimable vericueto feliz.

Mas sólo hallé infrecuencia y cunas:
implacentero croar de cuchitril,
un lóbrego agridulce obscuro
enhiesto cloroformo y mudo fui
el remilgado escurridizo en soledad.

¿Dónde hallar por fin el orocimbo inigualable
de la nueva flor abierta insospechada?

Si viene solamente hasta mi fuelle desnudo,
si quiere dar al ánfora una noche vulgar,
si suena en caracol el mar y llueven nueces,
si en ese su plural aceite vuelve miralar,
yo le habré de ser atento innato y preñado
por entero singular creciente
y nunca más dejar de verdecir
la vigorosa clorofila dueña
de los ojos niños que me ven mirar.

Para acercarme hasta su piel de croquis,
por dejar de lado todo al fin,
yo suelo ser sumo placer demente:
sin fenecer ni acontecer sufrí.

Y ofrecer chiquito rin flotando
mi culminar guiñanimando vivir
y gritaba...

¡Nalgarabía láctea bailarí!

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