
Me siento por completo rodeado,
tan feliz, tan plenamente me siento
que soy velero navegante soldado
y me subyuga inexorable el otro viento,
el que recoge su follaje en espirales
de silencio en humareda volátil,
a la deriva sin estiba ni tripulación,
y sin timón, abandonado a su velamen.
Precisamente porque me ilimita,
me perturba y me trinó su musicalderón,
purito,
bendito jalón bonito,
de mis ánimas que fue y será
lo candorosamente sincerar,
que se acumula y se divierte orgulloso
la peligrosa caprichosa fruta
de mis ojos que no ven de lejos
si disfrutamente y no se van.
Porque sé precisamente que me pertenece
su balurdo, su manteca y su sencilla luz,
me iré:
caminante delirando cual errante calor
ni mirando levemente sus manos,
sumergido ciego dúctil cariñoso de pie,
el sentido curvilíneo en casi todas las cosas
que se empuñaban en mi corazón.