
Ya no puedo ni volcar de licor amor y triste,
amargura de palabras que pudriendo entró de mí.
Tengo amigo apuro tango loca puta pena,
que voy triste y vago llanto, pero sigo estando aquí.
Mi casa esta habitada por familias de otro dueño,
mas mi perro me recibe y se parece tanto a mí.
Callado y resignado, ve la lluvia mar serena.
Mi pulgar imán derecho se ha partido casi en dos.
Crece lejos amarillo el retrato de mis hijos.
Soy el perro para siempre y todo el odio de un vez.
Y se lamen allí dentro, como brazas que ya nunca,
ni agua verla que mi madre, mi arbolita niño Dios.
Queso llama que se quema, mi cariño y mi frazada,
como mulas casi muertas: no se apagan ni se ven.
Que mis ojos ya no sean, los venenos que ella arroja,
de dos tragos me marean y que muera su sabor!
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