6 de junio de 2021

MCVIII.- Siniestra


Yo miro mi otra mano y la empuño,
para alzarla hasta la eterna lumbre,
por concitar a la luz que nos redime
y separarme para siempre del dolor.

Hay cierta clase cruel de seres rotos
que disfruta corrompiendo corazones:
se alimenta de energía nueva y dulce,
la fuerza digna que le quita a los demás.

Él que es despojado de su fértil alegría
candoroso un día, confía y se da,
y a cambio nada, mas la muerte vacía,
el alma rota, y no lo deja escapar.

Y, buscando nuevas ánimas estrellas,
un circo torpe de cien monos voladores
la sigue y elimina desperdicios roedores
de sus fauces meretrices sin saber.

Sin siquiera sospechar que los atrapa,
que los ocupa como un viejo celular,
que se desecha cuando ya no sirve,
y nuevamente hay otra gente para odiar.

Al vendaval de amor inicuo y mentiroso,
que nos parece ser genuino resplandor,
le sigue un vértigo de cruces en silencio
y el fraudescarte tormentoso del rencor.

Son sólo mascaras que cubren la nada.
Sueñuelos puercos que se ríen de Dios.
Un día juran el romancestral querido
y a la mañana siguiente ya no están.

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