Ella llegó para cambiarme la vida,
para volverme nuevamente amigo
de mi propia vida y sanar conmigo
mi dolor de soledad y sus heridas.
Fue Yeye mi primera voz de guagua
y mi primera gran amiga y compañera.
Cuando se llevaron a mi viejo a Pisagua,
cuando se acabó de golpe la primavera.
Y le entregamos cada uno a su amante
el amor y el desamor, lloramos solos
tuvimos casas, navidades y pololos
y el destino nos ha unido en Talagante.
Sólo quería hoy celebrar su existencia,
su persistente lucha diaria y compañía,
su luz amable y la bendita paciencia
con que me hace tan feliz cada día.
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