17 de febrero de 2018

DCCCLXX.- Candil



Mi padre se reiría de la muerte.
Andaría por la calle buscando amigos,
gritando bares por la ventana,
con ganas de mear.

Mi padre sabía que el dolor de la muerte
se apaga cuando encienden la luz,
y amando la vida terca
esperaba el amanecer.

Así es la vida llana de mi viejo:
uno justo en la boca de la rana
y perdidos cuatro tejos.

Partir puteando desnudo una noche,
porque amó la vida desnudo
y daba siete besos para siempre.

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