Dulce como el vino
junto al velador.
Juega en el casino:
no hay otra mejor.
Cuenta los peldaños
en cada lugar.
Duerme con los años:
ríe hasta llorar.
Ronca como uno.
Ama a Montaner.
Sirve el desayuno.
La Niña Mujer.
Ahora, más vieja
-más lenta al caminar-
su voz me aconseja:
cuidado con el mar.
Quería, en su día,
por ella cantar
sin tono, la armonía
de todos los demás.
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