
Líquido del íntimo placer que me acongoja.
Pena repentina que se queda en mí,
largamente, profundamente invade la rutina
donde quiero cada noche dormir.
Sucumbo sumergido, subconsciente peregrino:
dentro mío todo crítico y perduro perturbado
con un hálito de cínica desdicha sin olor.
En el oscuro surtidor de una palabra,
la luz de un gato que se fuga
entre la noche paralela de mis ojos encerrados
en el último confín de mi cojín sudando.
Mi sueño ignoto, mi luna piel,
mi cabizbaja catedral termina
todavíantes de la hora en que el cucú
sale a cantar anaranjado por mí
su delicada vanidad sin luz.
Pero no puedo seguir ni lo comprendo.
No lo soporto porque quiero sanar.
Debo vivir la paz de mi silencio,
en esta cama que no deja de gritar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario