20 de enero de 2011

DCLXXV.- Amanecedad


Amó sin esperar
que nadie más la amara,
jugando en primavera
la baraja perdida.

Creía y la llamó
generación espontánea,
y todo lo que obtuvo
fue su propia vida.

Preñada de esperanza
desplegó las alas.
Oyó de pie su nombre
mas no pudo volar.

Llegó de sopetón
la madurez un día,
en oculta semilla
a su vientre de papel.

De niño me dejé llevar
por esa arpía,
y nada: se cubrió
de marcas toda mi piel.

De amores sin futuro
nunca más -gritó-
vivamos, la Jimena:
tiene toda la razón.

Su luz tocó mi puerta
y la dejé pasar:
se fue como la arena
que se lleva el mar.

1 comentario:

Leni dijo...

El título lo dice todo.
A veces se para todo...

Besos

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