
Me sumerjo irreverente
en el abismo de este sueño
que no tiene lar ni dueño
y que nos hace bostezar.
No quería remecerla,
tan sumida en su belleza
y me acaricia un brillo perla,
en delicado ajuar, su pieza.
La sencilla y perezosa
macarena dormilona,
que no quiere ni por nada
en este mundo despertar.
Va desnuda y secuestrada
entre la sábana y la lona:
me recuerda levemente
a la quietud del mar.
1 comentario:
¡Excelente trabajo, amigo!
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