
Despierto recurro a mi fiel bacinica:
banal porcelana callada, tan chica
que nunca la llevo conmigo ni a Arica,
por una paisana que meó y la hizo rica.
La vieja Esmeralda simula una mueca
y pulula con ubres vacías y chueca,
llamando a su toro Palacio Astoreca:
se escora, se hunde, se pierde y se seca.
De cara a mi muerte y su boca la loca
por suerte de pronto tan rara coloca,
su plomo verruga caramba de cloaca,
me encierra, me nubla, me lleva y me toca.
Payaso y desnudo le da a la matraca
y alguno dirá por qué tanta alharaca?
Su mágica música bulla y chancaca
es traversa y timbal y clavija y maraca.
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