
De modo que por siempre todo
era la fragua simplemente y el dolor,
la criatura de la tosca mentira,
la nauseabunda leche, y no era amor?
Por dar a luz la madrugada que en el viento
amanecieron en lo mismo una vez más,
y dejar abandonados santuarios:
cruces iguales por igual maternidad.
Pero nunca lo abandona la cigüeña
ni ese mesías que algún día le curó.
Si se olvidaba, le quitaba la magia:
el nilo de oro en que mirábalo Dios.
Verde como anduvo donde idiota,
lo que la calle se llamando Libertad,
el peregrino caminaba atrayente,
el penitente en indolencia arrepentido y pan.
Qué sangre vino que llevaba su nombre
y su ardorosa caravana, meretriz?
La puta loca que le fuese ajena,
desconocida, el universo y la dorada puñal.
Nací de siete puercos que maldita parió
y del planeta, que el poeta no fui yo,
porque yo nada, porque nunca fui!
Mi flor abierta maravilla, pero no por ti.
Porque en el alma prostituta desierta
como ninguna abandonada, la modesta flor,
porque era ella, casi mía y como muerta,
olvidaré que lloraría su perdón.
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