
Se une a mi muerte
el llamado glaciar
y le da vida, sin embargo,
a ese intenso ser
que está dentro de mí,
dulcemente.
Paciente riachuelo
que todo lo zozobra,
une su perfume
a mi recuerdo otra vez:
dentro de la negra noche oscura,
entre tupidas miradas
y abre su paso brillando
en calurosas estrellas,
sobre mí.
Amable ser intenso y frío;
témpano inmortal
que besándome vive
y reina en mi interior,
por lo ígneo de los signos.
Ayer.
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