9 de septiembre de 2005

XI.- Médula Cabal


Ya no hay deseo en las palabras nunca,
ni sangre que servir de alimento,
porque ha bastado ser un día algo
para querer estar dejando de ser.

¿Cómo se vuelven eternas la risa,
la pulpa entera que me vio nacer?
¿Qué hacer un álamo de días nuevos
para dejarlo caer y no ser?

Hoy he despertado llorando dentro
y nada me sirvió de consuelo.
Era la incómoda laguna muerta,
para dejarlo caer y volver.

Porque morir se vuelve tan seguro,
yo tomo el aire como lento veneno:
tan inminente, tan azúcar perentorio,
como siempre ha sido morir.

Y va cubriéndose de oscuro la noche,
para querer estar dejando de ser.
Sólo se sienten y se miran lejos,
como mendigos, ya no quiero ver.

Un perfecta confusión me ciega
la pulpa entera que me vio nacer.
Como andrajosos, funeral apagado,
y se vienen a morir, lo se.

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