Mi Jecaracola
habita los sueños
que pueblan la noche
del siglo que viví.
Fecunda farola,
iluminalcanzable
el viento camino
que piso al dormir.
Saltando de la mano
los viejos durmientes
en la extensa mañana
del Puerto mayor.
Persigo su luna
cubriendo mi boca
del frio dormido
por verla vivir.
Y vive este juego
que sólo consiste
en unir el sendero
de su aparición.
Me gusta ser dueño
del plan prodigioso
que lleva su nombre
y su prisa feliz.
1 comentario:
Tengo deseos gigantes de recorrer, aquellos lugares de ensueño. Pasaremos juntos, por las grandes avenidas y los pequeños pasadizos. Subiremos escaleras, y bajaremos, como si esa ciudad fuera nuestra.
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