Es muy extraña la
relación con Él:
nos dice 'Yo soy el que
soy';
nos abandona a la
suerte de la libertad
y nos queda mirando
como el papá
que mira al niño caer;
nos ama: nos pone a
prueba;
nos enseña: permite que
suframos,
que nos engañen y nos
aplasten;
y debemos soportarlo por
Amor a su Hijo,
que hizo lo mismo hasta
morir,
y nos dijo: "Creed.
Mi reino no es de este
mundo".
Nos es invisible
y de tal modo
mudo
que nunca
sabremos
si nos oye de verdad.
Se nos oculta y nos exige
amor
y perdonar a todos, y
respetar
su innombrable y Santo
Nombre,
con toda la Fe y sin
dudar,
a cambio de la Esperanza
que basamos en un libro
escrito hace veinte siglos
por oscuros patriarcas
intolerantes,
por ex fariseos ilusos,
por perezosos
pescadores analfabetos,
homofóbicos, machista,
arrogantes,
que veían como todos al
sol girando
en torno a la inmóvil tierra
fija..
¿Es que Dios no lo sabía?
La escoria de la
sociedad
dedicada a curar la
ceguera
untando barro con los
pulgares,
la lepra apoyando las
manos
y la epilepsia cerrando
simplemente los ojos.
Soy
yo, Maestro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario