Hoy ha vuelto esa dulce mujer
a abrigarme de nuevo por la noche:
pasión invisible que habita la niña
alegría de mi sueño corazón.
Ninguna me mira como ella lo hace,
porque nadie ha visto nunca en mí
lo que suavemente besa me ilumina
y canta y ríe mi cama en silencio.
Y no era ciertamente la más blanca
sino la pantera vestida de tinieblas,
la gracia y la ternura en la voz
de aquella extraña nocturna curiosa.
Yo quiero ser su magistral amando,
la tibia lumbre de morir con ella,
la maravilla flor mirándome se va,
para vencer la oscuridad mañana.
Que me visite otra vez al dormir,
la veo venir y conocerme jugando,
y sentirme y tocarme y amar.
Cierro los ojos por volver a verla.
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