Ramiro, el esperpento, ha llegado
a la madura y enaltecedora
edad de la privación y la falta.
La era perdida y aniquilada.
a la madura y enaltecedora
edad de la privación y la falta.
La era perdida y aniquilada.
Ramiro, lentamente
fija la mirada en los obstáculos
que evita para caminar,
para seguir caminando
hacia no sé dónde,
buscando algo,
una fuerza mística,
una luz de alegría
o un almácigo de juventud,
una corriente que golpee la popa,
que le permita desobedecer
al timón del tiempo y no morir.
fija la mirada en los obstáculos
que evita para caminar,
para seguir caminando
hacia no sé dónde,
buscando algo,
una fuerza mística,
una luz de alegría
o un almácigo de juventud,
una corriente que golpee la popa,
que le permita desobedecer
al timón del tiempo y no morir.
Dicen que Ramiro está pedido,
pero todos lo estamos desde siempre:
desde antes de nacer, supongo,
porque un día tal vez hubo vida
esperando que llegase Ramiro,
y habrá seguramente otra
mucho antes de venir al mundo.
pero todos lo estamos desde siempre:
desde antes de nacer, supongo,
porque un día tal vez hubo vida
esperando que llegase Ramiro,
y habrá seguramente otra
mucho antes de venir al mundo.
Otro mundo.
O la nada imprevista y perenne,
ni bien la vida se vuelve memoria
y homenaje, rosa fúnebre y tumba.
ni bien la vida se vuelve memoria
y homenaje, rosa fúnebre y tumba.
y un río de sudor impregnándose
y queriendo volver a vivir,
otra vida en otro mundo,
otro día.
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