19 de julio de 2017

DCCCXIII.- Sermón Tecristo




Hay un navegante elegante, muy afortunado que va mirando su fino bigote por la noche, de Hidalgo Don Quijote, viejo y fantoche, o su nariz de vanidoso, o su amor en el espejo. ¡Que se alimenten de una vida cualquiera, y la usen, debe haber varios locos, manteniendo un poco la palmera, hasta dejarla caer como los cocos!

Ahora tocan y dejando huella en mi latido corazón que duele, los amigos que parecen fieles y son el frío zumbido de una larga estela que va deján dolorosa pestilencia, una tórula de hedor sanguinolento, un raro tono de arrepentimiento, que se rotula y sella, como evidencia.

No merezco el desprecio que sufrí, ni la fría indiferencia de la burla, mas gusanos fríos de tu cabeza vacía pus harán y de tus piernas, felonía. Nada garantiza que uno gane o pierda y a mí esta vez me tocó perder. Finalmente, uno siempre piensa y escucha lo que dice su mujer.

Lo que a mí me daba vergüenza a Silva le dio resultado.

Pero tengo el derecho sagrado de mandarte a la misma mierda. El derecho de perdonarte como idiota, y de volver a creerte confiado y tierno, pero no estoy obligado a ser el mismo pelotas, siempre el mismo candoroso y eterno.



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