25 de agosto de 2016

DCCLXXXVIII.- Como debe serendipity




¡Ese paseo me gustaba tanto!

Como ir contigo cabizbajo suponiéndote,
acariciando la existencia de nosotros
entre los otros, y vagando náufragos 
por un beso imaginario en la desolación.

Fuimos parte cada uno de la vida del otro,
como nunca acaso nadie lo será jamás 
y, del mismo modo extraño, nos desconocimos:
despertamos a la orilla del Océano Verdad.

De aquel entonces guardo un verde balero, 
unas cartas amarillas que releo y lloro, 
la memoria de un Salón y la Pepita de Oro 
que se esconde entre los libros que más quiero.

Nacieron niños con la urgencia de la esperma
y nos amaron cada noche como debe ser: 
la delicia acompañada de la furia enferma 
que juramos soportar como marido y mujer.

Ahora la vida se ha encargado de nosotros:
nos hizo esclavos y testigos del bendito ayer,
cuando de noche recordamos en un sueño separados
esas cosas tan hermosas, que jamás olvidaré.


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