10 de mayo de 2016

DCCLXXXV.- Reírmesternocleidomastoídeo




¡Qué mezcla de raralgarabía 
y desaliento a lo Marty Mac Fly, 
de melancólica alegría rebelde
y patético cansancio pinkádilac, 
me produjo ver ayer a Axl Rose, 
creyendo ser un cojo Bon Scott, 
tratando de saltar y corrérmitaño 
sin poder elevarse para andar 
y quedarse chillando su muerte,
su oscura decadencia barrigón: 
pretérito imperfecto entre la multitud 
y luminoso sin embargo cantando, 
su brillo de timbal conservando 
la magnífica voz que va mirándome!

¿Acaso sigo envejeciendo con él, 
que lo bailaba, moviendo la cabeza
como serpiente cabiszajo pueril, 
hasta cansao, adolecente namorao, 
que dibujaba maravillas el ochentaisiete
y caminando se han venido los años: 
porque ahora el rock es un vejoculiao, 
y se han muerto la mitad de los gigantes?

Por eso cuando miro al pelirrojo cantar,
sentado en su silla de ruedas, 
me vienen unas ganas de llorarlequín,
pero prefiero sonreír creyendo
que el autopista hacia el infierno 
se detuvo una noche,
y se elevó por la escalera al cielo, 
para perderse en un curioso zapato 
de gamuzazul eterno y barato,
cual si sólo se viviese de amor
en primavera porcelana y desconsuelo.


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