Este es el abogado estrella,
sumido solo en ese llanto aterrador:
aquella viuda retiró su querella
contra el hijo del magnate Senador.
¡Maldito chancho hablador!
¿Acaso defendía el
vejete,
no a cambio del vil billete
a su muerto, por puro
amor?
Si pudiese cortar su
cuello
que gruñe, mastica y se queja
de miserable repulsivo leguleyo.
¡Si no yo, lo hará la pobre vieja!
Se queja porque ya se
va
su preciado y amado caso,
porque perdió la oportunidad
de sacarle a nuestro mundo otro pedazo.
Porque ningún abogado
desea
un acuerdo sin que éste pase
por sus sebosas manos de
seda
y su afán desmedido de
clase.
Aunque la víctima sonría al final,
hoza la mierda el cochino cruel
y por gruñir metido en su corral,
es otro puerco el que se ríe de
él.
Y va feliz el fiscal a su
juicio.
Ya no tiene que ver
marranos
frente al juez o besando su
mano,
ni querellantes ni desperdicios.
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